Después
de la primera procesión del Corpus Christi se da el encuentro de María con
Isabel, es el encuentro de Jesús y Juan Bautista donde la esperanza del pueblo se
cumple, Dios se hace presencia real y palpitante, Dios ya no es el desconocido que
nadie sabía. La etapa del AT en Isabel da paso al NT con y en María, como la joven Iglesia, es la nueva era del nuevo pueblo de Dios que lleva en su seno al Señor
del universo. María es la modelo de fe: tuvo una fe que le hace ser feliz,
dichosa y bendita como nadie lo fue. María una mujercita humilde, creyente y
caritativa, supo predisponerse, supo aceptar, decir sí al proyecto de Dios y acoger a Dios. Nos enseña a estar prestos, ir corriendo y
presurosos a compartir la Buena Nueva en el Servicio. Esa es nuestra razón de
ser Iglesia. Hay que estar como María bien dispuestos en la fe y junto al pesebre,
es allí donde volvemos a la fuente de la alegría profunda, y nos damos el lujo
de alegrarnos porque la salvación viene para quedarse con nosotros, por eso
pedimos tener una fe como la de María: María danos tu fe que salva, Amen.
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