Pasan cosas no necesariamente una catástrofe, el
cielo y la tierra pasaran: suceden cosas que a veces ni nos enteramos… algunas
nos angustian, nos hacen sufrir. Esto no debe hacer que perdamos de vista a lo
que Jesús nos llama, a la gloria eterna. Estamos andando en camino. Para llegar
a la meta debemos mantener la mirada, estar vigilantes, sin impaciencia, sin
sueño, ni temor, ni relajamiento. Implica lucha esfuerzo y valor. Sin fugas
utópicas, tampoco con estancarnos en la situación presente. Lo que permanece y
perdura es la palabra salvadora de Dios, que trae nuestro cielo nuevo, nuestra
tierra nueva. Restaurada ya pero no todavía en su plenitud.
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