Los ritos externos no bastan para
el encuentro con Dios. Muchas veces el encuentro se da atreves de gestos
sencillos y silenciosos, es allí donde se precisa de un corazón generoso y
desprendido sin reservas con la confianza plena en la acción de Dios. El se da
del todo en la Eucaristía, allí reside la realización plena de la humanidad.
Jesús se fija en la intención de
las cosas que hacemos, como el óbolo de la viuda pobre, ella dio todo lo que
tenía para vivir, podemos ser insensibles o muy solidarios, lo que importa es
el cariño, la caridad con que hagamos las cosas, la cantidad es lo de menos
para la calidad. El Señor quiere el corazón entero, abierto y animoso de
esperanza divina. Muchas veces no es necesario tender la mano por que él ya nos
sostiene.
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