domingo, 16 de diciembre de 2012

34. ES EL SEÑOR QUIEN SALVA


Cruz
Sólo el poder, la gloria y el reinado de Dios son indestructibles.  Su poder no es como el de Pilato, político, sino un poder divino que surge del servicio a la verdad. El cristiano sabiéndose libre sólo se arrodilla ante el Salvador, ante nadie más. Hay los que son ídolos que usurpan el lugar de Dios, el poder, el dinero y el placer ellos causan guerras, injusticias y destrucción de las familias creando una servidumbre degradante entre los hombres. A pesar de nuestra fe y deseos de que Dios reine nuestra vida es posible que pequeños señores aniden nuestro corazón, que intentan sembrar el caos. Asistiendo a la liturgia los cristianos católicos relativizamos cualquier poder que no sea el del servicio, el de Dios,  solo a él le glorificamos y esto se hace subversivo para algunos que no siempre sirven. Cada instante de nuestra vida es ocasión para pedir, discernir y reafirmar nuestra decisión de seguimiento sincero, confiado al único Señor que nos salva.

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