El Hombre justo incomoda a los
injustos, sufre rechazo, persecución y exclusión Jesús fue justo y sufrió esto.
Los verdaderos cristianos por ser honrados y honestos comparten este destino.
Todos queremos ser los mejores,
los primeros, los más grandes, la ambición nos lleva a encerrarnos, hacer
competencia extrema, a pelear con los hermanos como con enemigos a vencer. Dios
no quiere que luchemos contra el hermano para ser mejores, primeros y grandes,
tiene otra propuesta, Él quiere que nos pongamos en actitud de servicio, el
poder de Dios se manifiesta en lo humilde, en lo sencillo, en los excluidos.
Podemos valorar a las personas
por su dinero por su poder por su belleza, para Jesús el valor de la persona reside
en la capacidad de servir y de amar a los demás, es difícil entenderlo les
cuesta a los discípulos.
Nuestra comunidad está llamada a
ser distinta de lo que es, llamada a servir y amar, servir sin envidias, sin
rivalidades
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